La Asamblea General de Naciones Unidas publicaba, en su resolución del 31 de agosto de 2020, bajo el título “Mejoramiento de la seguridad vial en el mundo”, la proclamación del período 2021-2030 como el Segundo Decenio de Acción para la Seguridad Vial.
Con el objetivo de reducir las muertes y lesiones causadas por el tráfico al menos un 50% en diez años, se trata de una segunda oportunidad para afrontar uno de los grandes retos del Siglo XXI. Tras el Decenio 2011-2020, con el mismo objetivo establecido entonces y ante las dificultades que han impedido su consecución, ha llegado el momento de apostar firmemente por la seguridad vial, a todos los niveles y en todos los rincones del planeta.
Hoy, los siniestros de tráfico siguen siendo una de las principales causas de muerte y lesiones en todo el mundo, con más de 1,35 millones de personas fallecidas cada año y 50 millones de heridos; el 90% de estas muertes se producen en países en vías de desarrollo. Además, son la principal causa de fallecimiento en edades comprendidas entre los 15 y los 29 años.
Es fundamental resaltar la importancia del papel que desempeñan las carreteras, urbanas e interurbanas, así como su equipamiento y su entorno, en la mejora de la seguridad vial. Vías que deben considerar criterios de seguridad a lo largo de todo el ciclo de vida (desde su planificación a la explotación), garantizando el uso sistemático de las auditorías e inspecciones de seguridad vial, entre otras herramientas; que deben contemplar las necesidades de seguridad de todos los usuarios, incluidos los vulnerables. Y un largo etcétera.
Y por supuesto, vías que han de mantenerse en un buen estado de conservación; la propia Directiva Europea 2019/1936 sobre Gestión de la Seguridad de las Infraestructuras Viarias establece que “unas carreteras bien diseñadas, con un adecuado mantenimiento y bien marcadas y señalizadas deben reducir la probabilidad de que se produzcan accidentes de tráfico, mientras que las carreteras clementes (carreteras diseñadas de forma inteligente para que los errores de conducción no tengan inmediatamente consecuencias graves o mortales) deben reducir la gravedad de los accidentes”.
El enfoque de “Sistema Seguro” es el marco apropiado para aumentar la seguridad de las infraestructuras, mejorando la seguridad vial desde una perspectiva integral y de responsabilidad compartida.
La Resolución de Naciones Unidas recoge, asimismo, la importancia de la tecnología y la innovación en la consecución de estos ambiciosos objetivos.
Pero todo ello requiere más recursos y un compromiso firme de los gobiernos en la mejora de la seguridad vial en todos los ámbitos y, muy especialmente, en el de las infraestructuras. Exige también no dejarnos llevar por un falso optimismo derivado del descenso de la siniestralidad en este perturbador 2020 –inferior, en todo caso, a la reducción de la movilidad, sobre todo en las vías convencionales-; no podremos resolver todos nuestros problemas de seguridad vial únicamente reduciendo la velocidad de manera indiscriminada. Tenemos otros muchos retos por afrontar, que requerirán un análisis pormenorizado y la puesta en marcha de nuevas soluciones.
Con la seguridad vial como pilar fundamental de la movilidad sostenible que inexorablemente debe implantarse, en cumplimiento con los Objetivos del Desarrollo Sostenible establecidos en la Agenda 2030, ya no es posible demorar más la apuesta decidida de todos los sectores, públicos y privados, para avanzar en esta línea de trabajo.
En el tiempo que ha transcurrido desde la proclamación del primer decenio y esta segunda oportunidad se estima que más de 13 millones de personas han perdido la vida en el mundo como consecuencia de los siniestros de tráfico. Esto es solo una parte del coste de esta segunda oportunidad. Es imprescindible aprovecharla, no habrá una tercera, no podemos permitirlo.
The United Nations General Assembly published, in its resolution of August 31st 2020, under the title "Improving global road safety ", the proclamation of the period 2021-2030 as the Second Decade of Action for Road Safety.
With a goal of reducing road traffic deaths and injuries by at least 50% from 2021-2030, this is a second opportunity to face one of the great challenges of the 21st century. After the decade 2011-2020, with the same objective then, and given the difficulties arise for its achievement, the time has come to firmly commit to road safety, at all levels and in all corners of the planet.
Today, traffic accidents remain one of the leading causes of death and injury worldwide, with more than 1.35 million people killed each year and 50 million injured; 90% of these deaths occur in developing countries. In addition, they are the main cause of death in ages between 15 and 29 years.
It is essential to highlight the importance of the role played by roads, urban and rural, as well as road equipment and environment, in improving road safety. Roads which should consider safety criteria during their entire life cycle (from planning to operation), guaranteeing the systematic use of road safety audits and inspections, among other tools; they should address the safety requirements of all users, including the vulnerable ones; etc.
And, of course, roads that must be kept in a good state of maintenance; the European Directive 2019/1936 on Road Infrastructure Safety Management itself establishes that “well-designed, properly maintained and clearly marked and signed roads should reduce the probability of road accidents, whilst ‘forgiving roads’ (roads laid out in an intelligent way to ensure that driving errors do not immediately have serious or fatal consequences) should reduce the severity of accidents”.
The "Safe System" approach is the appropriate framework to increase the safety of road infrastructures, improving road safety from a comprehensive and shared responsibility perspective.
The United Nations Resolution also includes the importance of technology and innovation in achieving these ambitious objectives.
But this requires more resources and a firm commitment from governments to improve road safety in all areas and, especially, in infrastructure. It also requires not letting ourselves be carried away by false optimism derived from the decline in the accident rate in this disturbing 2020 - lower, in any case, than the reduction in mobility, especially on highways-. We will not be able to solve all our road safety problems solely by indiscriminately reducing speed. We have many other challenges to face, which will require a detailed analysis and the implementation of new solutions.
With road safety as a fundamental pillar of sustainable mobility that must be inexorably implemented, in compliance with the Sustainable Development Goals established in the 2030 Agenda, it is no longer possible to delay the decisive commitment of all sectors, public and private, to advance in this line of work.
In the time that has elapsed since the proclamation of the first decade and this second opportunity, it is estimated that more than 13 million people have lost their lives in the world as a consequence of traffic accidents. This is only part of the cost of this second chance. It is essential to take advantage of it, there will not be a third one, we cannot allow it.