La pandemia global provocada por el coronavirus está teniendo un grave impacto en las sociedades y economías de los países.
Según un informe del Banco Asiático de Desarrollo (BAsD), los efectos negativos del Covid 19 se han dejado notar con especial virulencia a través de fuertes caídas de la demanda interna y de la producción de vehículos, reducción del turismo y viajes de negocios, interrupciones en el suministro y consecuencias sobre la salud.
En cualquier caso, la magnitud del impacto dependerá de cómo evolucione el brote, introduciendo, de esta forma, la variable de la incertidumbre como factor que obliga a explorar múltiples escenarios.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe de expectativas del 14 de abril, señala que el microscópico coronavirus provocará la recesión más profunda en la economía desde la Gran Depresión de los años treinta, dos veces más grave que la recesión de 2009.
El encierro global mermará el crecimiento de forma dramática este año, con una caída del PIB del 3% para la economía mundial. La pandemia destruirá el 7,5% de la economía de la zona euro, un colapso sin precedentes concentrado en el primer semestre que se ensañará especialmente con España, donde, según el FMI, registraremos un descenso del PIB del 8%, con una subida del paro al 21%.
Pese a todo ello, las previsiones para 2021 apuntan a un crecimiento del 4,3% para nuestro país, un rebote de apenas la mitad de lo que la economía perderá en 2020 pero que abre la puerta a la esperanza en que la recuperación en “uve” se produzca, y lo haga, además, con una cierta celeridad.
Con el propósito de contribuir a materializar estas expectativas, desde el sector de la carretera representado en la Asociación Española de la Carretera y a través de las páginas de nuestra cabecera técnica, hacemos un llamamiento a la búsqueda de soluciones consensuadas entre todos los actores; llamamos también a la acción coordinada dentro de la Unión Europea, con una implicación proporcional de todos los estados miembros; y demandamos, asimismo, la colaboración de los entornos público y privado para lograr superar la situación. Consideramos estos mimbres irrenunciables para encaminarnos hacia el escenario previo a la crisis del coronavirus.
Un escenario en el que la reducción de las emisiones, la electrificación, la conectividad, la automatización y la digitalización, además del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por Naciones Unidas en su Agenda 20-30 o la generalización de la estrategia “Sistema Seguro” para la reducción de la siniestralidad vial, venían centrando la atención preferente del sector viario. Hemos de trabajar para recuperar este horizonte de acción y seguir avanzando hacia el futuro de la industria de la carretera y del transporte de personas y bienes.
Desde esta perspectiva, abogamos por un gran acuerdo interinstitucional, con la participación e implicación de la sociedad civil, que tenga como uno de sus ejes principales las infraestructuras viarias, en tanto que son una importante herramienta que puede ayudar a la reconstrucción económica y social. Una acción coordinada en la que tengan cabida conceptos como la flexibilidad en el desarrollo de los contratos, la agilización de los procesos de contratación pendientes y la recuperación de la planificación inversora que venía desarrollándose antes de la pandemia.
Pero, sobre todo, un acuerdo global en el que se reconozca el papel vital desempeñado por las carreteras durante la gestión de la fase aguda de la crisis sanitaria, en tanto que único modo a través del que se ha podido garantizar la movilidad de personal sanitario y de emergencias, el suministro de bienes esenciales y la prestación de servicios imprescindibles para que el confinamiento a que ha obligado el Estado de Alarma decretado por el Gobierno haya podido realizarse con todas las garantías.
Porque las carreteras no son “consumidoras de presupuesto”. Son, por encima de todo, un bien social y un servicio público esencial. Y van a continuar siendo determinantes en la movilidad futura, ya que las infraestructuras viarias son el único medio de transporte que va a permitir la movilidad individual durante la etapa de distanciamiento social tras el confinamiento, una etapa que se prevé larga.
Las carreteras están ahí, siguen ahí, prestando servicio a todos. Son parte de nuestra vida y también son parte de la solución a los problemas de hoy y a los que mañana pueden surgir a consecuencia de aquéllos.
Parafraseando, con una traducción libre, palabras pronunciadas por J. F. Kennedy, no es nuestra riqueza la que construye nuestras carreteras, pero sí son nuestras carreteras las que construyen nuestra riqueza, las que pueden contribuir, en última instancia, a nuestra recuperación tras la pandemia.
No les demos la espalda. Hay soluciones.
The global coronavirus pandemic is creating a serious impact on the societies and economies of all countries.
According to a report published by the Asian Development Bank (ADB), the negative effects of Covid-19 have been noted, with particular virulence, in sharp falls in domestic demand and vehicle production, reduction in tourism and business trips, interruptions in the supply and consequences on health.
In any case, the magnitude of the impact will depend on how the pandemic evolves, thus introducing the uncertainty variable as a factor that forces multiple scenarios to be explored.
The International Monetary Fund (IMF) noted, in a report published on April 14th, that the microscopic coronavirus will cause the deepest recession in the economy since the Great Depression of the 1930s, twice as severe as the recession of 2009.
The global lockdown will reduce growth dramatically this year, with a 3% drop in GDP for the world economy. The pandemic will destroy 7.5% of the euro zone economy, an unprecedented collapse concentrated in the first semester that will be especially cruel to Spain, where, according to the IMF, we will register a GDP decline of 8%, with an increase in unemployment rate up to 21%.
Despite all this, the forecasts for 2021 point to a growth of 4.3% for our country, a rebound of barely half of what the economy will lose in 2020; but this opens the door to a, hopefully, “V-shaped ” recovery, moreover, with a certain speed.
In order to contribute to realizing these expectations, from the road sector represented in the Spanish Road Association and from these pages, we call for the search for agreed solutions involving all actors; we also call for coordinated action within the European Union, with a proportional involvement of all member states; and we also demand the collaboration of the public and private sectors to overcome the situation. We consider these elements are as essential to move towards the pre-coronavirus scenario.
A scenario leading to the reduction of emissions, electrification, connectivity, automation and digitization, while considering the United Nations Agenda 2030 Sustainable Development Goals; generalizing the “Safe System” approach for the reduction of road accidents. We must work to recover this horizon of action and continue advancing towards the future of the road industry and goods and passengers transport.
From this perspective, we advocate for a large inter-institutional agreement, with the participation and involvement of civil society, which has road infrastructures as one of its main axes, as they are an important tool to support economic and social reconstruction. A coordinated action that includes concepts such as flexibility in the development of contracts, the streamlining of pending contracting processes and the recovery of planning activity, in the rhythms previous to the pandemic.
But above all, a global agreement that recognizes the vital role played by roads during the management of the most sever stage of the health crisis, as the only way to ensure the mobility of health personnel and emergencies, the supply of essential goods and the provision of essential services. Thus, the lockdown has been carried out with all guarantees.
Because the roads are not "budget consumers". They are, above all, a social good and an essential public service. And they will continue to be decisive in future mobility, since road infrastructure are the only mean of transport that will allow individual mobility during the stage of social distancing after lockdown, a stage that is expected to be long.
The roads are there, they are still there, serving everyone. They are part of our life and they are also part of the solution to today’s problems, and those that may arise tomorrow.
To paraphrase, with a free translation, words spoken by J. F. Kennedy, it is not our wealth that builds our roads, but it is our roads that build our wealth, which can ultimately contribute to our recovery from the pandemic.
Let's not turn our back on them. There are solutions.