20 de noviembre de 2025
La cuarta edición del Barómetro sobre Vehículo Autónomo y Conectado confirma un fenómeno cada vez más evidente: la industria automovilística española avanza con paso firme hacia niveles superiores de automatización, mientras que el marco que debe permitir su circulación y la infraestructura por la que deben moverse estos vehículos progresan mucho más despacio.
El estudio de ANFAC muestra que la oferta disponible en 2025 supera claramente el umbral del SAE 2*. En los turismos, el 82 % de los modelos pueden adquirirse con ese grado de automatización, y una parte creciente incorpora sistemas que permitirían alcanzar SAE 3**. Entre los comerciales ligeros, casi dos tercios ya operan en SAE 2. Y la tecnología necesaria para llegar a niveles altamente automatizados (SAE 4 y 5)*** está presente en hasta un tercio de los modelos, aunque permanezca inactiva por falta de regulación y de un entorno preparado.
Ese “entorno” interpela directamente a la infraestructura. La ausencia de una señalización homogénea, la falta de estándares comunes en la red viaria europea y la escasa claridad normativa son, según los fabricantes, los principales frenos del desarrollo. El barómetro incorpora por primera vez la valoración de las marcas, y la conclusión es unánime: la fragmentación regulatoria entre países de la UE y la heterogeneidad en la señalización constituyen el mayor obstáculo para el despliegue del vehículo autónomo. Se trata de un condicionante que afecta tanto a la movilidad ordinaria como a las pruebas piloto, cuyo marco ha mejorado desde julio de 2025, pero que aún debe consolidarse.
ANFAC presenta su Barómetro 2025 y confirma que la tecnología para niveles avanzados de conducción autónoma ya está lista en buena parte del mercado. La red viaria, sin embargo, no acompaña aún ese salto: la señalización, la conectividad y la normativa siguen siendo los principales escollos.
En opinión de ANFAC, las carreteras españolas deberán adaptarse también a una nueva forma de interpretar el espacio: no solo para el ojo humano, sino para sensores, cámaras y algoritmos que requieren marcas viales robustas, geometrías predecibles, conectividad estable y entornos digitalizados. El coche autónomo no solo “lee” la carretera, sino que depende de que la carretera sea legible, coherente y continuada. En los proyectos piloto que ya operan en Madrid, Vigo o la frontera de Tuí–Valença, esa interacción entre infraestructura y vehículo es tan determinante como la tecnología embarcada.
El informe también ofrece un retrato preciso de la conectividad: prácticamente toda la oferta de vehículos ligeros integra servicios como Android Auto o Apple CarPlay, un altísimo porcentaje incorpora sistemas de aviso de mantenimiento y averías, y la información en tiempo real sobre elementos de seguridad se ha generalizado. En pesados y autobuses, la ciberseguridad y la diagnosis avanzada adquieren un protagonismo aún mayor. La infraestructura deberá convivir con vehículos que se comunican de manera constante, que anticipan fallos mediante IA y que dependen cada vez más de intercambios de datos con su entorno.
El Director General de la patronal, José López-Tafall, sintetiza la situación con claridad: “La tecnología ya existe; lo que falta es un marco regulatorio que permita su uso en nuestras ciudades y carreteras”.
La transición hacia niveles de autonomía elevados no será solo un proceso tecnológico. Será, sobre todo, un proceso de adecuación territorial y normativa. El coche avanza; ahora le toca a la carretera.
*SAE 2 — “Hands off”: el coche controla a la vez la velocidad y la dirección, pero el conductor debe mantener la atención, manos cerca del volante y estar listo para tomar el control.
** SAE 3 — “Eyes off”: el vehículo puede conducir por sí solo en condiciones específicas (autovías, tráfico lento…). El conductor puede quitar la vista de la carretera, pero debe estar disponible para intervenir si el sistema lo pide.
*** SAE 4 — “Mind off”: el coche puede conducir sin intervención del conductor dentro de una zona o situación concreta (geofencing). El conductor no tiene que prestar atención, pero el vehículo puede pedir que tome el control si sale del entorno previsto.
SAE 5 — “Driverless”: El coche es completamente autónomo en cualquier situación y carretera. No existen volante ni pedales. No necesita intervención humana nunca.




