25 de septiembre de 2025
El 24 de septiembre de 2015 quedó marcado como fecha histórica para Cádiz con la puesta en servicio del Puente de la Constitución de 1812. Una década después, esta infraestructura “ya no es solo un paso viario, sino un símbolo de modernización, de superación técnica y de conexión social, que ha cambiado para siempre la forma de acceder, vivir y moverse en la Bahía de Cádiz”, según fuentes del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible.
Con una longitud total de 5 km (de los que más de 3 km discurren sobre la bahía), el Puente conecta el barrio del Río San Pedro, en Puerto Real, con la Barriada de la Paz, en Cádiz.

Cuenta con dos carriles por sentido y una plataforma central reservada al transporte colectivo, con un tablero de 36 m de ancho. Su tramo atirantado alcanza los 1.180 m, con una luz principal de 540 m -la mayor del país-, sostenida por pilonos de 185 m de altura. El gálibo vertical de 69 m permite el paso de buques de gran calado, complementado con un tramo desmontable de 150 m para casos excepcionales. En total, se apoya en 36 pilas y dos torres, y su construcción requirió más de 100.000 metros³ de hormigón y 70.000 toneladas de acero.
El proyecto fue redactado por Javier Manterola, Ingeniero de Caminos reconocido por su enfoque innovador, especialmente en puentes atirantados, donde combina eficiencia técnica con elegancia estética. El Puente de la Constitución, junto con sus numerosas obras, consolidó la reputación de Manterola como uno de los grandes maestros de la ingeniería de puentes europea contemporánea, siendo galardonado con múltiples premios y reconocimientos profesionales a lo largo de su carrera.
Logros de ingeniería únicos
La construcción de este puente ostenta varios hitos en la ingeniería mundial de infraestructuras. Es el puente con mayor luz de vano principal en España y ocupa el tercer puesto en Europa dentro de su tipología atirantada, solo por detrás del Puente de Normandía en Francia y el de Rion-Antirion en Grecia.
Con su gálibo vertical de 69 m se sitúa, además, como el segundo puente marítimo del mundo en altura libre sobre el agua, únicamente superado por el Verrazzano-Narrows de Nueva York y por delante incluso del Golden Gate de San Francisco. Además, es el primer puente atirantado que combina un gálibo de estas dimensiones con una luz principal tan amplia, e incorpora el tramo desmontable más largo de este tipo en todo el mundo, 150 m.
El presupuesto total de la obra alcanzó los 454 millones de euros y la construcción se extendió durante casi ocho años. Uno de los principales retos consistió en lograr la integración óptima de la obra en el delicado ecosistema de la Bahía de Cádiz. Esto requirió el respeto escrupuloso de las áreas naturales protegidas, la preservación del paisaje costero y el diseño de una cimentación robusta capaz de soportar las condiciones marinas extremas.





