Nuevo año, mismas prioridades

 

New year, same priorities

El inicio del año viene marcado tradicionalmente por la revisión de las estadísticas en distintos ámbitos y su comparación con similares datos de los ejercicios anteriores.

En el campo de la seguridad vial, somos muchos los que esperamos el balance de la siniestralidad en el año recién acabado, de manera que podamos hacer el seguimiento de uno de los principales problemas sociales -y de salud pública- a los que se enfrenta nuestro país.

El Ministro del Interior y el Director General de Tráfico presentaron el pasado 3 de enero los datos provisionales de 2018, que hacen referencia exclusivamente a las vías interurbanas y contemplan las consecuencias de los accidentes en las 24 horas posteriores al suceso. En total, 1.180 personas perdieron la vida en las carreteras españolas a lo largo del año, 18 menos que en 2017. Pese a que se trata de una levísima reducción de las cifras, arroja una cierta esperanza en que se pueda volver a la tendencia descendente que se venía registrando en ejercicios anteriores.

Es cierto que resulta complicado mantener altos porcentajes de reducción de siniestros y víctimas en la línea de los que se experimentaron en España en la década de 2005-2015, con un descenso en el número de fallecidos superior al 60% gracias a las numerosas políticas y planes implementados entonces; entre ellos, parece obligado hacer una referencia al carnet por puntos, pero también a otras muchas acciones, como la mejora de nuestras carreteras derivadas de una activa política inversora en construcción y conservación hasta el año 2009. Una vez alcanzados unos niveles de siniestralidad relativamente bajos, al menos si se comparan con años precedentes, las posibilidades de actuación están más limitadas. No obstante, esto no quiere decir que no se pueda articular nuevas políticas y que debamos resignarnos a convivir con las actuales cifras de siniestralidad; al contrario, supone que es necesario diseñar nuevas acciones y proponer nuevas medidas construidas sobre la base del análisis de los problemas de inseguridad que se están registrando en nuestras vías.

En este sentido, hay prioridades frente a las que no podemos ni debemos esperar más.

Ante un 74% de fallecidos en las carreteras convencionales, España necesita un plan específico para este tipo de vías, que ya reclamábamos desde estas mismas líneas hace un año.

Ante un 40% de accidentes por salida de vía, tanto en la red de gran capacidad como en la red convencional de carreteras, España precisa urgentemente un “Plan de Carreteras que Perdonan”, de manera que este tipo de siniestros tenga las mínimas consecuencias, en caso de que no sea posible evitar que se desencadenen.

Ante un aumento de la siniestralidad de usuarios vulnerables (peatones, ciclistas y motociclistas), que cada año incrementan su representatividad en las cifras globales de fallecidos (un 30% en 2011 frente a un 50% en 2018), son imprescindibles acciones específicas en todos los campos: las infraestructuras y su mantenimiento, la educación, la comunicación, el control, etc. En este sentido, sorprenden especialmente los datos relativos a atropellos de peatones: 49 fallecidos en vías de gran capacidad y 65 en vías convencionales; un problema creciente que precisa un análisis detallado y soluciones ad hoc.

Frente a cada una de las situaciones descritas, cabe formular acciones en el marco de los planteamientos del “Sistema Seguro”, en vigor en los países más avanzados en seguridad vial y en cuyo contexto consideramos estratégico trabajar en el futuro inmediato. El concepto de “Sistema Seguro” aboga por una mejora continua y estable de la red viaria, garantizando la máxima implicación de todos los agentes y asignando los presupuestos necesarios para su correcta gestión y conservación. Porque la carretera tiene mucho que aportar a la mejora de las cifras de siniestralidad, sin menoscabo de la adopción de otras medidas en los ámbitos de la educación y la concienciación, el control del cumplimiento de las normas, la mejora del parque de vehículos, etc.

 

The beginning of the year is traditionally marked by the review of statistics in different areas and their comparison with similar data from previous years.

In the field of road safety, there are many of us who await the balance of the accident figures in the year just ended, so that we can monitor one of the main social and public health of our country.

The Minister of Interior and the General Directorate for Traffic presented the provisional data for 2018 on January 3rd (only referred to rural roads and considering the consequence of accidents in the 24 hours after the event). 1,180 people died on the Spanish roads during this year, 18 less than in 2017. Despite the very slight reduction in the figures, there is some hope in recuperating the downward trend of previous years.

It is difficult to maintain high percentages of reduction of accidents and victims, similar to those experienced in Spain in the decade 2005-2015, with a decrease in the number of deaths of more than 60%, thanks to the several policies and plans then implemented. Among them, the penalty point driving license should be highlighted, but also other measures, such as the improvement of our roads, due to an increase in the investment on construction and maintenance until 2009. Once relatively low accident rates have been reached, if compared with previous years, actions are more limited. However, this does not mean that new policies cannot be articulated and that we must resign ourselves to the current accident figures; on the contrary, we should design new actions and propose new measures built on analysis of unsafety in our roads.

In this sense, there are some priorities we should face as soon as possible.

With 74% of deaths on highways (single carriageways) Spain needs a specific plan for this type of road, which we already claimed from these same lines a year ago.

With 40% of run-off accidents, both in motorways and highways, Spain urgently needs a “Forgiving Roads Plan”, so that this type of accident has the minimum consequences, in case it is not possible to avoid their occurrence.

With an increase in the accident rate of vulnerable users (pedestrians, cyclists and motorcyclists), increasing their representativeness in the global figures of deaths (30% in 2011 compared to 50% in 2018), specific actions are essential in all the fields: infrastructures and their maintenance, education, communication, enforcement, etc. Data on pedestrian accidents are particularly surprising: 49 deaths on motorways and 65 on highways; a growing problem that requires detailed analysis and specific solutions.

For each of the situations described, it is necessary to formulate actions within the framework of the “Safe System” approach; this approach is already implemented in the advanced countries in road safety and we consider it as strategic for the immediate future. The “Safe System” concept implies a continuous and stable improvement of the road network, guaranteeing the maximum involvement of all factors and ensuring the necessary budgets for its correct management and maintenance. Because roads have much to contribute to improving accident figures, without prejudice to the adoption of other measures in the fields of education and awareness, enforcement, improvement of the vehicle fleet, etc.

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